Era la primera noche que no transcurría en penumbra. Desde que habían descubierto el fuego, los animales tenían otro sabor, los inviernos ya no eran tan gélidos e, incluso, la soledad pasó a un segundo plano. A pesar de que vivían deambulando entre ecosistemas, el fuego los unió, los congregó y creó ese momento ritual en el que, después de un arduo día de entender cómo funciona el mundo, se sentaban a compartir lo aprendido en la jornada.
Pensar en la historia de las historias es una paradoja en sí misma: ¿cuándo comenzó tal viaje por el arte de narrar? Sencillamente no hay una respuesta unívoca ni mucho menos exacta. Ahora bien, a pesar de no poder definir un punto cronológico para decir «aquí comienza esta historia», sí podemos resaltar algunos periodos que han ayudado a escribirla o, al menos, a esbozarla. Veamos:
1. La prehistoria o el arte de sobrevivir
Entender nuestra relación con la naturaleza fue el paso inicial para contar historias. Aunque no existían los sistemas de escritura, había una necesidad de sobrevivir, por lo que cada elemento de los ecosistemas jugaba un papel fundamental. Los primeros seres humanos desarrollaron habilidades que les permitían cazar, encontrar refugio, cortejar, reproducirse y, especialmente, no morir. Este conocimiento se basaba en la experiencia primaria —muchas veces mortal— a través de la cual, a partir del ensayo-error, se compartían los aprendizajes. De la misma manera, las pinturas con tintes naturales en las cavernas eran una forma de comunicación para las comunidades primitivas y hoy, un registro valioso para entender nuestra vocación natural de narradores.
2. Escribir para la posteridad
Imposible hablar de storytelling sin definir el nacimiento de la escritura. Todavía está en discusión en dónde surgió, pues mayas, indios, sumerios y egipcios se disputan ese lugar al tener manifestaciones que rondan por la misma época. Como lo propone Irene Vallejo en El infinito en un junco, «hace seis mil años, aparecieron los primeros signos escritos en Mesopotamia, pero los orígenes de esta invención están envueltos en el silencio y el misterio. Tiempo después, y de forma independiente, la escritura nació también en Egipto, India y China». Con esta necesidad de datar y narrar su cotidianidad, surgió un cambio de pensamiento que permitía ordenar las ideas, darles forma y, sobre todo, transmitirlas de generación en generación.
3. Transformación del pensamiento occidental: el cristianismo
Las religiones son el ejemplo ideal para mostrar cómo el storytelling puede convertirse en una herramienta poderosa y amplificadora. Aunque hablamos de una historia mucho más antigua que el cristianismo, ninguna, por lo menos en Occidente, ha logrado ordenar y movilizar tanto a una sociedad en torno al mismo propósito: la salvación. Al igual que los otros sistemas de fe, el cristianismo se valió del mito para justificar todo aquello que no podía explicar. Su poder en el storytelling fue de tal magnitud que pintura, arquitectura, escritura, discursos públicos, ceremonias, entre otros, obedecían a una misma estructura narrativa. No en vano la Biblia puede ser considerada uno de los ejemplos más representativos en el arte de contar y difundir un relato.
4. Una historia para la posteridad: la invención de la imprenta
Ya existía la escritura: teníamos muchas historias, pero muy pocas personas capaces de escribirlas y de leerlas; además, era una tarea bastante engorrosa, pues se hacía de manera artesanal. Incluso, los materiales eran difíciles de conseguir y la reproducción en masa era una hazaña. En 1450, Johannes Gutenberg, nacido en la ciudad alemana de Maguncia, dio vida a la imprenta, el instrumento que cambió nuestra relación con
el conocimiento. ¿Sabías que Gutenberg no quería compartir su creación y solo fue posible su difusión gracias a un asalto que hubo en la ciudad de Maguncia? Actos malintencionados que terminan cambiando el mundo.
La invención de la imprenta marcó un paradigmamen toda Europa, ya que tanto la religión como el gobierno tenían una plataforma que les permitía compartir sus ideas de forma más rápida y con mayor volumen. Con el paso del tiempo, este artefacto que empezó como un largo telar con unos sellos limitados, se convirtió en las impresoras
que tenemos en la actualidad.
5. ¡Un nuevo mundo! La conquista de América
En las tres carabelas, La Niña, La Pinta y La Santa María, se estaba construyendo una historia que comenzó como un desvarío. A Cristóbal Colón pocos le creían que, más allá de lo visto por los ojos, existía una tierra con exuberancia y riqueza. Sin embargo, los libros antiguos y una fuerte convicción lo respaldaban.
Tal vez, esa terquedad fue el inicio de la transformación cultural más grande que había experimentado el Viejo Mundo. En 1492, la llegada a tierras indómitas marcó un antes y un después en la Historia, para dar paso a una nueva era. La influencia renacentista y la potencia de la religión en el Medioevo impulsaron la fuerza del storytelling y lo cargaron de relatos fantásticos para explorar el Nuevo Mundo. ¿Cómo contar los grandes hallazgos que existían en «Las Indias»?, ¿de qué manera explicarles a las personas en ultramar los animales, las plantas, las medicinas, el oro, los habitantes? ¡Había que crear historias e imágenes! De esa manera, los conquistadores plagaron de mitos y leyendas el imaginario popular: sirenas, árboles que caminaban, personas parecidas a monstruos, ninfas en los bosques, peces del tamaño de barcos... En fin, tuvieron que recurrir a la imaginación para darle vida a lo que no conocían. «Hay palmas de seis o ocho maneras, que es admiración verlas, por la deformidad hermosa de ellas, mas así como los otros árboles y frutos e hierbas. En ella hay pinares a maravilla y hay campiñas grandísimas, y hay miel, y de muchas maneras de aves, y frutas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales, y hay gente en estimable número». Fragmento de la Carta del primer viaje de Colón.
Las crónicas que nos llegaron hasta hoy son, quizá, los mejores ejemplos de cómo contar historias que enamoren, que asombren, que emocionen y que conecten. ¿Quién no quería conocer América después de esos relatos? Sin un buen trabajo de storytelling, incluso, la propagación del cristianismo y la construcción de ciudades no hubieran sido tan exitosas. Fue la manera en que se habló lo que llevó a que más barcos zarparan hacia un mundo que los iba a sorprender.
6. Y la razón llegó para iluminar en la ilustración
Bueno, ya sabemos crear mitos, tenemos plataformas de difusión de lo escrito, hay un Nuevo Mundo por descubrir y conquistar... Es momento de darle al relato una dosis de razón, aliarse con la ciencia y comenzar a reflexionar sobre la dirección que tomará
el mundo. El siglo XVIII es también llamado el Siglo de las Luces, precisamente porque después de entregarle la conciencia y el pensamiento a la religión, un grupo de intelectuales reconoció la importancia de darles lugar a procesos lógicos y fuentes verídicas, basados en la observación de los hechos, para explicar los fenómenos de la naturaleza.
En este punto, las historias no solo buscan emocionar, sino, sobre todo, instruir. El objetivo era crear leyes, establecer tratados, consolidar teorías y agregarle un valor tangible y verificable a gran parte de lo alcanzado hasta el momento. El mismo Kant decía que la Ilustración no era más que «alcanzar la mayoría de edad», metáfora que utilizaba para decir que este periodo era el momento de pensar sin subordinación, crear por autonomía y sin la dirección de otros.
7. Pensarnos como territorios: el inicio y fin de las colonias
Gran parte de la historia conocida de Occidente tuvo sus raíces en Europa, por lo menos hasta la conquista de América. La razón, la lengua y las narrativas ya eran instrumentos peligrosos para el Viejo Continente, pues en las colonias comenzaba a implantarse una necesidad de separación.
Es así como la Independencia de los Estados Unidos y la posterior Revolución Francesa fueron el inicio del declive de una época colonial, por representar un ideal de libertad que todas las naciones querían alcanzar. Así, llegaron las independencias, los estallidos sociales y los gritos de cambio; no obstante, aparecía otra pregunta: ¿cómo hablar de esos nuevos países?
Los relatos fueron adquiriendo un matiz local, cercano y más personal. Ahora importaba narrar el territorio, definir una arquitectura nacional, entender qué era lo propio. Las historias, entonces, fueron el mecanismo más relevante para lograr esos objetivos. Historias escritas, proclamadas en plazas públicas, pintadas, ficcionales. Historias en las paredes, historias en los cuerpos, en las indumentarias. Historias, al fin
y al cabo.
8. Ahora sí: la publicidad
De acuerdo con el IPP (Instituto Peruano de Publicidad): «En 1890, aparece la primera agencia de publicidad ‘Calkins’, la cual ofrece un plan completo para una campaña de publicidad, es decir, no solo el medio, ni solo el copy, ofrecía un servicio que actualmente ofrecen las agencias modernas».
Este dato, más allá de una mera curiosidad, marca un antes y un después en la manera de contar historias. El teléfono, la radio, luego la televisión, el cine y otros medios análogos de comunicación ya ampliaban el espectro e incrementaban las posibilidades de formatos.
Las empresas tenían un reto por delante: ¿cómo captar la atención del público cuando otros medios ya la estaban acaparando? En lugar de pelear contra esto, buscaron la manera de replicar la estrategia y desarrollar contenidos que no solo fueran de valor, sino que también conectaran con el público al que se dirigían. Es así como el storytelling se convirtió en un aliado bastante antiguo —que no vencido— para convencer... y vender.
9. La era digital: internet y su irrupción
¿Cómo no hablar del periodo de actualidad más disruptivo en la historia que conocemos? La nueva era puso en boca de todos la palabra storytelling, pues ante la cantidad de datos, información compleja y múltiples vertientes de consumo, había que buscar una manera de hablarnos en nuestro lenguaje sobre lo que queremos entender.
Con tal masificación de la información las empresas ya no optan simplemente por ofertas, números o campañas atractivas. Todo eso en su conjunto debe contar una historia: coherente, emocional y, sobre todo, empática. Una historia que tenga la capacidad de navegar entre las conexiones satelitales para implantarse en la mente y los corazones de las audiencias.
Después de este recorrido, te dejamos una síntesis con los datos más importantes de los periodos mencionados: