Diferimos, sí… ¡Y ahí está la magia!

Diferimos, sí… ¡Y ahí está la magia!

Qué sería de la vida sin la diferencia, sin el desacuerdo, sin la diversidad, sin la falta de consenso? Esas preguntas nos las hicimos en Duende para ratificar que la magia descansa allí: en eso que nos separa. 

Te proponemos un ejercicio: cierra los ojos e imagina un mundo donde todos los colores son  reemplazados por el gris y que la única forma posible es el cuadrado. ¿Qué podría pasar? 

Sin pensarlo mucho, podrían ocurrir dos escenarios: en el primero, la supervivencia sería imposible, ya que no seríamos capaces de anticipar los peligros porque la igualdad visual confundiría los sentidos. En el segundo, el tedio sería protagonista, el arte no tendría sentido y la ciencia caminaría en una sola dirección. Ante tales imágenes distópicas, nosotros elegimos celebrar nuestras diferencias, pues son ellas las que agregan espíritu, magia y sabores a la vida misma.

A pesar de que la naturaleza misma se encarga de darnos estas lecciones sobre diversidad, la historia nos ha demostrado que lo diferente ha sido visto como invasor, un enemigo de las reglas y un anarquista. ¡Y sí que lo ha sido! Pero gracias a esto es que hoy podemos celebrar esas revoluciones del color, del pensamiento y de la magia.

El camino hacia la conquista de la diferencia

La prohibición y el cambio han estado siempre en tensión. Una mujer leyendo ciencia era una bruja peligrosa que quería aprender las artes oscuras y hechizos; sin embargo, si estas valientes lectoras no se hubieran arriesgado, no habríamos tenido una Marie Curie o una Rosalind Franklin

Una persona homosexual era una enferma hasta 1990; sin embargo, si estos “enfermos” no hubieran salido a las calles a reclamar su libertad de amar, tal vez, serían más los que sufrirían en terapias de conversión. 

Una mujer en traje fue un escándalo. Un beso de dos hombres en público causó desconcierto. Cambiar de género era inconcebible y menos pensar que podías salir a la calle con la ropa que no te correspondía. ¿Qué decir del maquillaje masculino? ¡Una aberración! Más peligrosas aún eran esas personas que nunca estuvieron de acuerdo con el papel que les asignaron y, por eso, inventaron su propio filme.

¿Qué habría pasado si aquellos cuerpos incómodos con sus géneros asignados no se hubieran aventurado a transitar por las convenciones sociales? Quizá, tendríamos muchas personas haciendo una performance deprimente, viviendo incómodas y sintiendo que nunca alcanzarán esa felicidad al otro lado del arcoíris. 

Por mucho tiempo, la diferencia ha sido víctima de adjetivos que no le hacen justicia, pero a pesar de eso ha salido victoriosa y se ha proclamado como una oportunidad de cambio. Y en Duende sí que nos ponemos esa bandera.

Diferentes diferencias: el brillo de lo que nos separa

Múltiples persecuciones han intentado eliminar aquello que genera desacuerdo y ¡no lo han logrado! ¿Acaso ese no es un mensaje por sí solo? Por más ideas que se quieran acallar, por más cuerpos que se quieran normativizar o por más amores que se quieran evitar, no es posible crear un molde donde todo pueda caber.

La invitación, entonces, es a abrazar esas oposiciones y convertirlas en oportunidades. A eliminar esos prejuicios que buscan ser dictaduras de los cuerpos. A disfrutar la humildad como el valor insigne para no caer en falsas superioridades. La invitación es a darle matices a nuestra cotidianidad, para que no veamos siempre a través de un filtro monocromático. 

En Duende creemos en las ideas que transgreden, en las personas que se salen de la norma, en los pensamientos divergentes y en las formas que no se dejan contornear. Defendemos, sin vacile ni medias tintas, la diversidad en todas sus expresiones: nos dejamos seducir por todas las muestras de amor, de libertad, de sensualidad. Por esto, con firmeza y convicción, proclamamos que la magia está en la diferencia y es desde allí que le hemos dado paso a la transformación, a la empatía y a la unidad.

¡Vivamos felices porque no somos iguales!

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