Las historias que se cuentan, las historias que se cantan

En la primera clase del último día de El viaje de las historias, Juancho Valencia nos mostró cómo la música puede ser nuestra aliada para narrar lo que no podemos solo con palabras.


¿A qué suena un árbol que se cae en medio de un bosque vacío?


¿Cómo se ve el pájaro que escuchamos cantar y al que se le cae la pluma que recogemos y sentimos suave en nuestros dedos? ¿A qué huele la panadería a la que vamos a entrar y a pedir un café que se asentará amargo en nuestra lengua? Para contar historias necesitamos de todos nuestros sentidos. Aun así, hay algunos relatos en los que prima un sentido sobre el resto, y el que construimos hoy de la mano de Juancho es uno de ellos.


No todos los días se recibe clase de un dos veces ganador del Grammy Latino. Juancho Valencia ha trabajado con música urbana, cumbia, música clásica y salsa. Es productor, arreglista, conductor de orquesta y compositor. Ha trabajado con los cantantes más prolíficos de Colombia y América Latina y conoce la industria musical como nadie, sus bondades, sus secretos y sus asuntos por mejorar. 


Mensajes, ritmo y movimiento: los tiene la música, los tienen las historias. Una canción es una historia contada a cuatro manos: la letra y la música. Pero no podemos separarlas o dividirlas, una está al servicio de la otra, las dos se complementan para enviar una información completa. No hay mucha diferencia entre la comunicación de todos los días y la manera en la que escuchamos la música. Para ambas necesitamos, como mínimo, un emisor y un receptor, alguien que nos escuche, alguien que nos hable, alguien que nos cante. Entonces, si en un bosque cae un árbol, pero no hay nadie allí que lo escuche, ¿realmente sonó?  


Los elementos de la música


La música de una canción está compuesta por seis elementos:


  1. Melodía
  2. Armonía
  3. Ritmo
  4. Estructura
  5. Dinámica (volúmenes)
  6. Timbre (la cualidad sonora de una vibración)

Para contar una historia a través de la música, el artista tiene a su disposición estos elementos. Su reto está en dar mensajes coherentes, ritmos contagiosos, tonalidades arriesgadas y puentes que nos lleven a descubrir de qué se trata esta canción. Pero el artista también tiene que conmover, hacernos llorar, dibujarnos una sonrisa, retarnos a cantar a todo pulmón, levantarnos del sofá y hacernos bailar al son del mambo, la melodía repetitiva que genera el estado supremo de la canción. 


La música nos acompaña en todo momento, ni hablar de los sonidos. Es imposible desligarla de nosotros, hacer de cuenta que no está ahí, porque, incluso en los momentos de silencio, la banda sonora de nuestra vida solo está esperando el momento oportuno para dar el golpe y empezar a contar una nueva historia. 

Regresar al blog